jueves, 14 de mayo de 2009

Ángeles y Demonios

La nueva película de Ron Howard se estrena este mes, y al igual que su predecesora El código Da Vinci (ambas adaptaciones de los best-sellers de Dan Brown), ha traído polémica consigo. Ángeles y demonios trata sobre los misterios y las leyendas que han ido surgiendo a lo largo de la historia de la Iglesia Católica; narra las aventuras del profesor Langdon, quien investiga una secta de científicos (conocida como Illuminati) que pretende atacar el Vaticano con una terrible arma nuclear para así interrumpir el cónclave y la elección de un nuevo Papa.

Una vez más, la Iglesia ha vuelto a tomar partido en las cuestiones culturales y con ello en los medios: un obispo italiano de 102 años, Antonio Rosario Mennonna, calificó el film como "muy denigrante, difamatorio y ofensivo contra los valores de la iglesia y la reputación de la Santa Sede". Además, el Vaticano denegó varios permisos para filmar escenas de la película que debían llevarse a cabo en el interior de sus Iglesias, y por otra parte, según declaraciones del director, ejerció influencia para que una recepción relacionada con el estreno de la película que debía tener lugar en Roma fuese cancelada, a pesar de que previamente había sido autorizada.

Ante toda esta situación, Howard ha comentado: "Mi única frustración como cineasta es que en verdad dimos un par de ocasiones en marzo para ofrecer a obispos y otros la oportunidad de ver la película. Y todas ellas fueron rechazadas. Hasta ahora, todas las críticas, todas las quejas sobre la película han salido de gente que no la ha visto".

Para analizar este caso desde el punto de vista de la semiótica, debemos aplicar un concepto proveniente de Umberto Eco: la lectura aberrante, producida cuando los receptores desmontan la estrategia comunicativa y, aplicándole distintos códigos y subcódigos al texto, le dan un sentido diferente al previsto por el emisor. En esta situación concreta, la intención del emisor (el director de la película) era reflejar en su film el conflicto entre ciencia y religión que tiene lugar en la sociedad desde hace décadas, pero los códigos (el lenguaje) y subcódigos (sobretodo el ideológico en este caso) utilizados por algunos receptores (la Iglesia) durante el proceso de decodificación del mensaje han sido diferentes, y han construido su propia interpretación la película como un insulto real hacia la historia del Vaticano donde se cuestionan actuaciones fraudulentas y conspiraciones, más allá de la ficción del género de aventuras.

Lidia Palmer*

2 comentarios:

Gamusina dijo...

Si el director de la peli pensaba que su pelicula no armaría el revuelo que ha tenido y tuvo con la del Código da Vinci.......es que nació ayer...

heberjose dijo...

excelente contenido, justo lo que estaba buscando